Cuando nos planteamos comprar una casa, ponemos sobre la mesa numerosas cuestiones para encontrar aquella que cubra nuestras necesidades y posibilidades financieras.
Por ejemplo, es habitual tener preferencia por unos barrios antes que por otros. También es normal establecer prioridades en cuanto a número de habitaciones, instalaciones, que tenga terraza, jardín o garaje, o que se ajuste a nuestro presupuesto.
Uno de los factores que más influye en el precio de una casa es su superficie. Este dato es clave para hacernos una idea del espacio de una vivienda y de su potencial, pero, sobre todo, de la inversión que vamos hacer. De hecho, el precio del metro cuadrado en una ciudad o en un barrio es uno de los principales factores que influyen a la hora de tasar un piso o una casa.
Sin embargo, para conocer el verdadero valor económico de un inmueble hay que diferenciar entre sus metros útiles y sus metros construidos, ya que ambos condicionarán su precio en el mercado.
Superficie útil o metros útiles: toda la que puedas pisar dentro de la casa, incluido los armarios. La superficie ocupada por muebles también cuenta como metros útiles. Por tanto, la superficie útil es todo lo que podemos pisar, lo que puedes usar.
Superficie o metros construidos: comprende los metros totales de la vivienda, incluidos todos sus muros perimetrales (tabiques, galerías, conductos de ventilación, instalaciones…).
Las terrazas y balcones computan al 50%, aunque hay excepciones.
Además si la terraza está cerrada por 3 de sus 4 paredes tendrás que pagar impuestos como si esa superficie computara al 100%.
Otro dato con respecto a las terrazas y balcones es que si tu vivienda es de protección oficial (VPO) el porcentaje computable no puede exceder el 10% del total de la vivienda.
La diferencia entre una superficie útil y construida suele rondar el 15-25%.